dijous, 17 d’abril del 2008

Gobernar la inmigración


Ayer leí en La Vanguardia las medidas que Celestino Corbacho acometió para gobernar el fenómeno de la inmigración cuando fue alcalde de l'Hospitalet. El actual Ministro de Trabajo e Inmigración no sólo tenía muy claro que los poderes públicos habían de actuar, sino también el sentido de las medidas a tomar. Y acertó cuando la mayoría de gente apenas éramos capaces de asimilar la nueva realidad. Garantizar la buena convivencia en los barrios, que los recién llegados tomaran conciencia de sus derechos pero también de sus deberes, conseguir que ningún autóctono se quedará sin una ayuda social. Esta sería un poco la esencia de una política integral y efectiva. La segunda ciudad de Catalunya se ha convertido en un modelo a seguir en este terreno. La verdad es que pocos países han recibido tanta inmigración en tan poco tiempo como ha pasado en España. En pocos años ha cambiado radicalmente la geografía humana de nuestras calles. Yo, por ejemplo, tengo un locutorio cerca de casa, cenó a veces falafel en un restaurante que es propiedad de un egipcio, veo al Barça en un bar regentado por ecuatorianos, la cafetería de al lado de mi portal es punto de encuentro de la comunidad subsahariana de mi ciudad, y me arreglan los pantalones en el establecimiento de una señora argentina. ¡Y eso que mi barrio no es de los que tiene más porcentaje de inmigrados! Por tanto, hay tres factores que ayudan a una buena integración de los inmigrantes. En primer lugar, el hecho ser una sociedad abierta y acogedora, quizá porque hemos sido muchos años un país de emigrantes y ello pesa en el subconsciente colectivo. En segundo, y a diferencia de la gran migración del sur a Catalunya, estos nuevos ciudadanos han llegado a ciudades y pueblos bien dotados, con una educación y una sanidad universales y gratuitas, en el entorno de un urbanismo más humano y en un contexto de estándares más que aceptables de calidad de vida. Pero, todo ello quedaría en nada si las administraciones escondieran la cabeza debajo del ala para no ver los problemas que también genera la inmigración. En este tema no son de recibo ni el imposible "papeles para todos" ni los brotes de primitiva xenofobia. Consenso y acción es la receta