dijous, 20 de novembre del 2008

Qué cachondo es Pepe Bono


Ha armado mucho revuelo el comentario confidencial que el presidente del Congreso, José Bono, hizo a un corrillo de diputados respecto a la opinión que le merecen algunos miembros de su partido. La expresión no fue quizás demasiado afortunada. Pero no dijo nada que no sepa y diga cualquier político en ejercicio: tus principales adversarios en política siempre están en tu partido. Afirmación que tiene su corolario si decimos que en no pocas ocasiones tus mejores amigos en política pertenecen a partidos de ideología distinta a la tuya. Es normal, a veces no se entiende desde fuera de la política, pero las relaciones humanas tienen estas cosas. Y la política es puro darwinismo: sobreviven sólo los más fuertes.
Yo animo a nuestra llamada clase política hacer un esfuerzo por ser políticamente menos correctos, por poner un pelín más de sinceridad en sus manifestaciones. Otro ejemplo, la opinión que el señor Rajoy tiene de los desfiles militares es compartida por buena parte de la ciudadanía. Como dice Loquillo en una canción, parafraseando a George Brassens,: “la música militar nunca me supo levantar”. Lo cual no és óbice para afirmar al mimso tiempo que por fortuna ya tenemos unas fuerzas armadas modernas, democráticas y cada vez más reconocidas socialmente por sus labor humanitaria internacional.
Afortunadamente el anecdotario de los comentarios de políticos hechos en la intimidad y que trascienden a la opinión pública es amplio, para regocijo de una ciudadanía que siempre agradece el reírse un poco de vez en cuando. Me viene a la memoria el “¡manda huevos!” dels señor Trillo o “el vaya coñazo he soltado” que dijo una vez el señor Aznar. ¿Por qué será que es un fenómeno que se da más en políticos de la derecha? ¿Será porque hay un mayor alejamiento entre lo que piensan y lo que dicen?
Ya es hora de romper con muchos tópicos sobre la política. Es preferible que un diputado en el Congreso trabaje en su despacho que no que se quede en el hemiciclo escuchando una intervención que ni le va ni le viene. Cómo no podemos disculpar un bostezo de un ministro o ministra a las diez de la noche después de una jornada maratoniana de trabajo. Un “coño” (con perdón y sin ánimo de ofender al otro género) bien dicho, puede ser a veces muy útil en una pesada y tensa reunión. Lo dicho, ¡vivan los micrófonos chivatos! Y señores políticos, no se corten.